¿Qué somos, aparte de ser todo y nada?
¿Qué sentimos en verdad, además de estar juntos por momentos y distantes por semanas?
¿Qué somos, si tú de lunes a viernes te pierdes y los sábados apareces con deseos de verme?
¿Qué somos delante y detrás de la gente?
¿Por qué nos buscamos, si horas después de encontrarnos nos olvidamos hasta que vuelven las ganas?
Dime, ¿qué somos cuando bajas las luces de la habitación y todo parece tan real, tan sublime, tan fuerte?
¿Qué piensas cuando me besas la frente, cuando me trituras los huesos con sendos abrazos, cuando con tus dedos dibujas siluetas en mis labios?
Yo quiero saber lo que pasa por tu mente en ese instante.
Cuéntame: ¿cuáles emociones palpitan en tu pecho cuando te digo que deseo compartir más tiempo contigo?
Dime qué somos, además de dos adultos que no son transparentes, que andan de aquí pa llá con rodeos y no ponen claras las condiciones de un asunto que no es público, pero tampoco privado.
Dime si lo que menos debo de hacer es apecharme. Dime si debo olvidarme pa siempre de todo esto. Dime si nunca debo irme en sentimiento.
Explícame: ¿somos algo más que amigos o algo menos que novios?
Dime si somos amantes. Dime si tenemos que meter todo lo ya mencionado en una licuadora y sacar de ahí nuestro estado civil y emocional.
¿Qué somos? Seamos sinceros, hablemos sin miedo, porque nadie sabe si después de eso, empezamos a disfrutar este juego con pleno conocimiento de lo que estamos haciendo.
¿Qué somos? ¿Qué somos? Aún le pregunto y me cambia el tema, mientras me susurra al oído que no quiere perderme y me dice que fluyamos simplemente.