Difícilmente uno olvida a quien nos hizo bien, a quien supo querernos, a quien movió cielo, mar y tierra para que las cosas funcionaran, pero que tal vez por las circunstancias, por no ser el momento ideal, por no estar preparados, tal vez por la distancia, las cosas no se dieron de la mejor forma.
No se borran, siempre uno guarda algo de esa persona, aunque sea un momento que cobra vida cada vez que estamos solos, que vamos a esos sitios donde fuimos felices, donde nos reímos a carcajadas y donde nunca nos pasó por la mente, que en poco tiempo, estaríamos llamándonos por nuestros nombres, en vez de usar los apodos que tanto nos gustaba escuchar el uno del otro.
Es imposible arrancar de raíz a quien nos regaló experiencias inolvidables, crecimiento invaluable, lecciones de vida en cada consejo y abrazo sincero.